Evangelio del día

En aquel tiempo
un joven se acercó a Jesús
entre la turba.
Por sus ropas y el uso de su hablar
supieron todos que era de otra tierra.

-Señor, ¿qué haré
para salvarme?

-Sé puro.

(¡Oh lecho sosteniendo barro y llama,
airadas ingles,
lucha sin fin, azada y cúpula!)

El joven contestó:
-Señor, soy puro, ¿basta
con eso?

Y Jesús: -Deja
tus riquezas y sígueme.

(¡Palacios, terciopelos y jardines,
vino en cristal tallado,
joyas para el honor o la delicia,
seguridades de color de púrpura!)

Y el joven contestó:
-Soy rico, pero todo
lo dejaría, bien lo sé, por Ti.

Jesús
lo miró dulcemente.
Le preguntó:
-¿En qué país
naciste?

-Señor –respondió el joven-,
nací en España.
Y Jesús: -Deja a España
y sígueme.

(¡La estrella, el patio y el silencio,
la roca entre el olor de la maleza,
la piel herida de la madre,
la entraña y la ceniza y el clavel,
llaga de amor con desamor besada,
patria de fe, glorioso matadero!)

El joven
volvió sus pasos,
bajó la frente y empezó a llorar.