Ballet

(Paseo Marítimo)

Nos besamos. Atónitos nos miran
seres que pasan hacia su destino
de cuarzo
cansado.
No perdonan la expuesta delicia,
el deseo que se cumple
sólo iniciándolo.
Les duele cada beso nuestro. Esta noche,
en su ira dormirán como inmóviles garfios.

Ante el coro de ancianos con morales bastones
repetimos los besos. La tarde es tan hermosa
que le ponemos nombre de mujer.

Contémplalos,
oscilando sus cuerpos de materia anodina,
hoscos, sombríos entre ramos verdes:

la juventud ofende a quien la tuvo.