9 de febrero de 1965

Un punto,
un ardor que creció como explosión
en círculo, universo. ¡Oh radiante!
Donde quiso la fe accedió una mano.
Ni la infancia ni el lirio, su blancura.
Luego, qué oscuro desamparo y qué
difícil me es el convivir conmigo.
Pero busco, no dejo de buscar
sorteando necrópolis nocturnas,
astros caídos y basuras de halos.
Porque yo sé. ¿Podrá buscar la luz el ciego
si no la vio jamás? La busca
quien fue vestido por la Luz un día.
Tan sólo encuentra quien ya fue encontrado.